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sábado, 16 de agosto de 2014

POESÍA - José Albi (España)




VIDA

Sí; nacer cada día. Deslumbrado
aire nos colme todas las vertientes.
Los ojos y los pies nuevos, recientes,
para pedir de asombro mi cercado.

Asombro, de prodigio, de inaudita
palpitación ayer insospechada.
Flor inminente, luz enamorada
del milagro de amor que la limita.

Nazcan alas o ramas, poco importa;
para volar hay un impulso ciego
que no sabe si el agua es agua o fuego
y para el cual la eternidad es corta.

Así; cada mañana un incipiente
camino. Un despertar. Todo sin nombre.
Para cada camino un hombre. Un hombre
como la luz, nacido de repente.

Nacido de repente, pero herido,
ya herido por un rayo inacabable;
manando sin cesar, inagotable
surco, para el amor, recién nacido.

Cada día el prodigio. Cada día
el latido inicial, casi indeciso,
de la tierra dulcísima que piso,
más codiciada mientras es más mía.

Buscando vida; y el dolor a cuestas.
Con sangre y con dolor mi gozo escribo.
Cada día nacer. ¡Oh gozo vivo!
¡Oh interminable vida que me cuestas!

Y a la vida buscando siempre puerto,
pues de tanto morir se descamina.
Y la muerte, oh dolor, en cada esquina.
Más vivo, amor, mientras estoy más muerto.


JOSÉ  ALBI  (España)

S.B.




POEMA - RAFAEL ALBERTI


RETORNOS DEL AMOR EN MEDIO DEL MAR.






Esplendor mío, amor,
inicial de mi vida,
quiero decirte toda tu belleza,
aquí, en medio del mar, cuando voy en tu ´busca,
cuando tan sólo puedo compararte
con la hermosura tibia de las olas.
Es tu cabeza un manantial de oro,
una lluvia de espuma dorada que me enciende
y lleva a navegar al fondo de la noche.
Es tu frente la aurora con dos arcos
por los que pasan dulces esos soles
con que sueñan al alba los navíos.
¿Qué decir de tu boca y tus orejas,
de tu cuello y tus hombros si el mar esconde conchas,
corales y jardines sumergidos
que quisiera al soplo
de las alas del sur ser como ellos?
Son tus costados como dos lejanas
bahías en reposo
donde al son de tus brazos sólo canta
el silencio de amor que las rodea.
Triste es hablar, cuando se está distante,
de los golfos de sombra, de las islas
que llaman al marino que los siente
pasar, sin verlos, fuera de su ruta.
Amor mío, tus piernas son dos playas,
dos médanos tendidos que se elevan
con un rumor de juncos si no duermen.
Dame tus pies pequeños para andarte.
Voy por el mar, voy sobre ti, mi vida,
para sentirte todas tus riberas,
sobre tu amor, hacia tu amor, cantando
tu belleza más bella que las olas.



Rafael  Alberti  


S.B.



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