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lunes, 28 de julio de 2014

POESÍA (RAFAEL ALBERTI-ESPAÑOL)



LA  ENCERRADA

Tu padre
es el que dicen te encierra.
Tu madre es la que guarda la llave.
Ninguno quiere que yo te vea,
que yo te hable,
que yo te diga que estoy muriéndome
por casarme.

Porque tienes olivares
y toros de lidia fieros
murmuran los ganaderos
que yo no vengo por ti,
que vengo por tus dineros.

Todas las piedras del pueblo
las traigo en los pies clavadas.
Vengo de allá arriba,
de tu barrio,
de guardar tu casa.
¡Y nadie!
(¿En dónde te escondes tú?)
¡Y nada!

Lo sabe ya todo el pueblo.
Lo canta el sillero,
lo aumenta el barbero,
lo dice el albardonero,
el yegüero
lo comenta 
en las esquinas con el mulero.
Lo cuenta
el carpintero, el sepulturero,
¡lo saben ya hasta los muertos!
¡Y tú sin saberlo!

Sonámbulo entré yo anoche
en tu jardín. Nadie había.
¿Nadie?
-Sí.
Sobre el limonar lunero,
la luna. Debajo tú.
¿Sola?
-Sí.
¿Qué haces tú?
-Soñando estoy
un traje para mi boda.
¿Conmigo?
-No.

(Nocturno)

Deja ese sueño.
Envuélvete,
desnuda y blanca, en tu sábana;
te esperan en el jardín,
tras las tapias.
Tus padres mueren, dormidos.
Deja ese sueño.
Tras las tapias,
te esperan con un cuchillo.

Vuelve de prisa a tu casa.
Deja ese sueño,
anda.
En la alcoba de tus padres
entra, desnuda, en silencio.
Corre de prisa a las tapias.
Deja ese sueño.
Sáltalas
Vente

¿Qué rubí yerve en tus manos
y quema, negro, tu sábana?
Deja ese sueño.
Anda.
...Duérmete.



Rafael Alberti (España)

PARÁBOLA (JOSÉ ENRIQUE RODÓ - URUGUAYO)

JOSÉ ENRIQUE RODÓ


MIRANDO JUGAR A UN NIÑO.

  Jugaba el niño en el jardín de la casa con una copa de cristal que, en el límpido ambiente de la tarde, un rayo de sol tornasolaba como un prisma. Manteniéndola, no muy firme, en una mano, traía en la otra un junco con el que golpeaba acompasadamente en ella. Después de cada toque, inclinando la graciosa cabeza quedaba atento, mientras las ondas sonoras como nacidas de vibrante trino de pájaro, se desprendían del herido cristal y agonizaban suavemente en los aires. Prolongó así su improvisada música hasta que, en un arranque de volubilidad, cambió el motivo de su juego: se inclinó a tierra, recogió en el hueco de ambas manos la arena limpia del sendero y la fue vertiendo en la copa hasta llenarla. Terminaría esta obra, alisó, por primor, la arena desigual de los bordes. No pasó mucho tiempo sin que quisiera volver a arrancar al cristal su fresca resonancia: pero el cristal, enmudecido, como si hubiera emigrado un alma de su diáfano seno, no respondía más que con un ruido de seca percusión al golpe del junco.
El artista tuvo un gesto de enojo para el fracaso de su lira. Hubo de verter una lágrima mas la dejó en suspenso. Miró, como indeciso a su alrededor; sus ojos húmedos se detuvieron en una flor muy blanca y pomposa, que a la orilla de un cantero cercano, meciéndose en la rama que más se adelantaba, parecía rehuir la compañía de las hojas , en espera de una mano atrevida. El niño se dirigió, sonriendo a la flor; pugnó por alcanzar hasta ella; y aprisionándola, con la complicidad del viento que hizo abatirse por un instante la rama, cuando la hubo hecho suya la colocó graciosamente en la copa de cristal, vuelta en ufano búcaro, asegurando el tallo endeble merced a la misma arena que había sofocado el alma musical de la copa. Orgulloso de su desquite, levantó, cuan alto pudo, la flor entronizada y la paseó, como en triunfo, por entre la muchedumbre de flores.


************

¡Sabia, candorosa filosofía! -pensé- Del fracaso cruel no recibe desaliento que dure ni se obstina en volver al goce que perdió; sino que de las mismas condiciones que determinaron
el fracaso, toma la ocasión de nuevo juego, de una nueva idealidad, de nueva belleza... ¿No hay aquí un polo de sabiduría para la acción? ¡Ah, si en el transcurso de la vida todos imitáramos al niño! ¡Si ante los límites que pone sucesivamente la fatalidad a nuestros propósitos, nuestras esperanzas y nuestros sueños, hiciéramos todos como él!... El ejemplo del niño dice que no debemos empeñarnos en arrancar sonidos de la copa con que nos embelesamos un día, si la naturaleza de las cosas quiere que enmudezca. Y dice luego que es necesario buscar, en derredor de donde entonces estemos, una reparadora flor; una flor que poner sobre la arena por quien el cristal se tornó mudo... No rompamos torpemente la copa contra las piedras del camino, sólo porque haya dejado de sonar. Tal vez la flor reparadora existe. Tal vez está allí cerca... Esto declara la parábola del niño; y toda filosofía viril, viril por el espíritu que la anima, confirmará su enseñanza fecunda.


José Enrique Rodó (Uruguay)

POESÍA - (Claudio de Alas - colombiano)




AQUELLA NOCHE

Desnudaron su cuerpo las madrinas
y habláronle al oído sobre el caso...;
su mirada volvióse a las cortinas
y enrojeció su faz como el ocaso

Sentándose en el lecho,
rodó por sus espaldas, desgreñada,
de sus negros cabellos la cascada;
en tanto que su pecho
hinchábase cual onda alborecente
y sus manos temblaban castamente.

Las ocultas consignas postrimeras
-libertando sus piernas de las ligas-
muy serias le dijeron sus amigas...

Mientras pasaba eso,
la blanca morbidez de sus caderas,
de la lámpara tenue ante el reflejo,
temblaba incitadora en un espejo,
propicia para el tacto y para el beso.

Llegó el momento de quedarse a solas.
Por su carne rosada y palpitante
corríale el rubor en tibias olas,
y su pecho cual nunca le latía.

Escuchóse la entrada del amante.
Tembló entonces y haciendo que dormía,
meditó en las angustias del instante...
El contempló su forma inmaculada,
iluminó su faz un gesto malicioso.

Y el instante llegó.
Su mente en el pudor ya no pensó...
Lentamente en las sábanas se hunde...
La estancia en las tinieblas se refunde...
Siente ella el cuerpo acariciado y preso...
Febril resuena la explosión de un beso...
Un cuerpo con el otro se comprime...
La besa él, y con pasión la nombra...
Ella le abraza y con ternura gime:
hasta que raudamente entre la sombra
-cual eco virginal, ardiente y vivo-
se pierde un grito corto y convulsivo.


Claudio de Alas (de Colombia)


S.B.


sábado, 26 de julio de 2014

POEMA (Manuel Arce- español)




AHORA


Eramos como dos pequeños reyes en el mundo de nuestro corazón.
Nuestras ideas eran como tigres recientes.
Nuestro dolor era así también: como un reciente tigre frente a la vida.
(No he querido decirte que el otro día fui a pedir empleo,
esperaba darte una sorpresa)

Fui a pedir empleo.
Fui a pedir crédito en un banco.
Fui buscando un piso donde pudiéramos vivir.
Soñar,
hacer realidad tangible este reino de amor que se nos derrumba adentro.
Pero las ventanillas de los Bancos;
pero las antesalas de los Directores de Empresa;
pero los corredores de pisos baratos;
todo ese mundo horrible,
toda esa vida historiada en instancias y pólizas,
todo me dijo que éramos ruines,
que éramos pequeños,
que éramos miserables.

Y yo no tuve valor para hablarles del hijo que esperábamos.
Y yo no quise decirles que esperábamos un hijo,
a quien llamaríamos Teresa o Manuel...

Porque cómo hablarles de nuestros sueños,
cómo decirles que un pájaro, una flor, una hierba pisada
a quien un día miramos enternecidos...
Con qué palabras decirlo para que nos comprendiesen.
(Un pájaro, una flor, una hierba pisada...)

Y yo no quise hablarles del hijo que esperábamos,
porque, ¡cómo hablarles de tantas cosas
si ellos desconocen ese reino mágico que se llama amor!

Manuel Arce




DIARIO ÍNTIMO (Enrique F. Amiel)


Ginebra en invierno


Ginebra,  a 20 de abril de 1849_  Hoy hace 6 años que salí de Ginebra por última vez. ¡Cuántos viajes, impresiones, observaciones y pensamientos; y cuántas formas de cosas y de hombres han pasado después ante mí y dentro de mí! Estos últimos años han sido los más importantes de mi vida; son como  el noviciado de mi inteligencia, como la iniciación de mi ser para ser. ¡Tres veces han caído ya en esta tarde los torbellinos de la nieve! ¡Pobres melocotoneros y ciruelos floridos! ¡Qué diferencia del tiempo de ahora con el de hace seis años! ¡Entonces los hermosos cerezos, adornados con sus verdes vestiduras de primavera, y cargados con sus ramos nupciales, sonreían a mi partida, a lo largo de las campiñas valdenses, mientras las lilas de Borgoña arrojaban sobre mi rostro bocanadas de perfume!


Suiza en primavera




DIARIO ÍNTIMO (Enrique F. Amiel)




A 20 de Julio de 1848. (Berlín)_  Juzgar nuestra época desde el punto de vista de la historia universal; juzgar la historia desde el punto de vista de los períodos geológicos, y  la geología desde el punto de vista de la astronomía, es dar una inmensa libertad al pensamiento. Cuando la duración de la vida de un hombre o de un pueblo, se  nos presenta tan microscópica como la de un moscardón, o, hablando inversamente, cuando la vida de una efímera nos parece tan infinita como la de un cuerpo celeste con todo su polvo de naciones, entonces nos sentimos tan pequeños y tan grandes a la vez, que podemos, desde la altura de las esferas, dominar nuestra propia existencia y los fútiles torbellinos que agitan a nuestra pequeña Europa.
En el fondo sólo hay un objeto de estudio: las formas y las metamorfosis del espíritu. Cualquier objeto os encamina a éste; todos los otros estudios os traen a éste.


Enrique Federico Amiel.



jueves, 24 de julio de 2014

POEMA (José Guillermo Alterio L.) Venezolano.



EL TELÉFONO




Queda está mi paloma mensajera,
va en su pico la carta confidente,
cabalístico número consciente
antes de darse al aire volandera.

Repique de campana bullanguera
nos cita a la noticia del ausente
que al corazón nos trae de repente
calor del vino de mejor solera.

Todo se agolpa en bruscas sacudidas
del timbre que nos llama cual hermano
a practicar las gestas prometidas.

Vibrar fluído de la voz del llano
almas gemelas en amor prendidas
o la muerte que ronda muy temprano


José GuillermoAlterio L

YA VENDIERON EL PIANO (POLDY BIRD)





YA VENDIERON EL PIANO

(...) Llegamos a casa a la hora de la cena; la mesa estaba puesta y enseguida de lavarnos las manos nos sentamos a comer.
Mamá se echó sobre el sillón de la salita, diciendo que le dolían los riñones y le pidió a Tina, la mucha
cha, que le llevara la comida allí. Margarita ocupó la silla de mamá y entonces noté que el lugar del abuelo estaba vacío.

_¿Y el abuelo?_ pregunté con sorpresa. Los grandes se miraron entre sí y luego, lentamente y dando muchos rodeos, papá me comunicó que el abuelo se había ido de viaje, un largo viaje con destino al cielo o algo así.
Un largo viaje, abuelo. Y así supe que te habías muerto. Y de pronto me di cuenta de que todos estaban tristes y yo también.
_¿La muerte es para siempre?_
No me contestaron y no repetí la pregunta. Nadie comió esa noche.
Margarita se quedó en casa hasta que nació la nena. Roja y arrugada. La llamaron Mariana y me prohibieron levantarla de la cuna. Con el tiempo se volvió blanca y gorda y aprendió a decir algunas palabras, entre las que se encontraba mi nombre.
Fue entonces cuando pusieron una sillita alta en tu lugar, y desde allí mariana metía las manos en el puré, mientras mamá le daba de comer por cucarachas.
Ellos dejaron de nombrarte, abuelo. Pero yo me acordaba de vos. De tu cabeza canosa, de tu voz fuerte, del bonito reloj de bolsillo que se llevó tío Antonio, de tus cuentos de cacería con el imponente rifle que se llevó tío Juan. Papá hizo un atado con tu ropa y la mandó al Ejército de Salvación.
Un día al volver de la escuela, entré en tu cuarto, y en lugar de tu cama de bronce me encontré con la cuna de Mariana y unas cortinas nuevas en la ventana. Unas cortinas con escarabajos verdes y flores anaranjadas..
Me daba rabia ver cómo te iban sacando de la casa que era tuya, que vos mismo mandaste construir; que se llenaba con tus rezongos cuando ponían alto el televisor y cuando te negabas a tomar los remedios que te recetó el médico, y cuando peleabas con mamá porque a ella le daba náuseas el olor del tabaco de tu pipa.
(Ella la tiró a la basura, pero yo la recogí y la tengo guardada en la caja de los soldados de plástico)
La casa también se llenaba con tu música cuando tocabas el piano. Papá te decía que por qué no cambiabas el repertorio, pero a mí me gustaban esas cosas "antiguas" que tocabas; especialmente la marcha esa de los aliados en la primera guerra.
Yo la tarareo cuando juego a los soldados y los indios y me imagino que me acompañas con el piano.
Te extraño, abuelo. Aunque me tirabas del pelo cuando hacía ruido para tomar la sopa y te quedabas dormido mientras jugábamos a las cartas.
Tengo ganas de verte, pero no sé dónde. Aquí en casa no, abuelo. Mejor no porque si vinieras sería un verdadero problema, no sabrían dónde meterte. No hay lugar para vos en casa. Se armaría un lío.
Además, ya vendieron el piano.

POLDY  BIRD.

martes, 22 de julio de 2014

POEMA: (José Ángel Buesa)

El ángel de la muerte


YA TODOS LA OLVIDARON

Ya todos la olvidaron. Ahora sí que se ha ido,
pero, sobre las rosas de la tumba reciente,
florecía el recuerdo más allá del olvido...
Yo era el hosco, el ausente.

Qué le importas a la noche que se apague una estrella, si el mar sigue cantando cuando pierde una ola.
Ya están secos los ojos que lloraron por ella.

Ya se ha quedado sola.

Ahora sigue sola su viaje hacia el espanto,
por las noches profundas, bajo el cielo inclemente.
Ya nadie me reprocha que no lloré aquel llanto,
que fui el hosco, el ausente...
Ya nadie le disputa su silencio y su sombra,
sobretodo su sombra, bajo la luz del día.

Ya todos la olvidaron, Señor... Nadie la nombra.
¡Yo la recuerdo todavía!...


José Ángel Buesa. 




POEMAS (JOSÉ ANGEL BUESA)



POEMA DEL RENUNCIAMIENTO.

Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.
Pasarás en silencio por mi amor y, al pasar,
fingiré una sonrisa, como un dulce contraste
del dolor de quererte... y jamás lo sabrás.

Soñaré con el nácar virginal de tu frente;
soñaré con tus ojos de esmeraldas del mar,
soñaré con tus labios desesperadamente;
soñaré con tus besos... y jamás lo sabrás.

Quizás pases con otro que te diga al oído
esas frases que nadie como yo te dirá;
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,
te amaré más que nunca... y jamás lo sabrás.

Yo te amaré en silencio como algo inaccesible,
como un sueño que nunca lograré realizar;
y el lejano perfume de mi amor imposible
rozará tus cabellos... y jamás lo sabrás.

Y si un día una lágrima denuncia mi tormento
-el tormento infinito que te debo ocultar-
te diré sonriente: "No es nada... Ha sido el viento",
Me enjugaré la lágrima... ¡y jamás lo sabrás!


José Ángel Buesa











POEMA DEL SECRETO.

Puedo tocar tu mano sin que tiemble la mía
y no volver el rostro para verte pasar.
Puedo apretar mis labios un día y otro día...
y no puedo olvidar.

Puedo mirar tus ojos y hablar frívolamente,
casi aburridamente, sobre un tema vulgar,
puedo decir tu nombre con voz indiferente...
y no puedo olvidar.

Puedo estar a tu lado como si no estuviera,
y encontrarte cien veces, así como al azar...
Puedo verte con otro, sin suspirar siquiera,
y no puedo olvidar.

Ya ves: Tú no sospechas este secreto amargo,
más amargo y profundo que el secreto del mar..
Porque puedo dejarte de amar, y sin embargo...
¡no te puedo olvidar!


José Ángel Buesa










SE DEJA DE QUERER


Se deja de querer y no se sabe
por qué se deja de querer
Es como abrir la mano y encontrarla vacía,
y no saber, de pronto, qué cosa se nos fue.

Se deja de querer, y es como un río
cuya corriente fresca ya no calma la sed;
como andar en otoño sobre las hojas secas
y pisar la hoja verde que no debió caer.

Se deja de querer, y es como el ciego
que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren;
o como quien despierta recordando un camino,
pero ya sólo sabe que regresó por él.

Se deja de querer como quien deja
de andar por una calle, sin razón, sin saber;
y es hallar un diamante brillando en el rocío,
y que, al recogerlo, se evapore también.

Se deja de querer, y es como un viaje
detenido en la sombra, sin seguir ni volver;
y es cortar una rosa para adornar la mesa,
y que el viento deshoje la flor en el mantel.

Se deja de querer, y es como un niño
que ve cómo naufragan sus barcos de papel;
o escribir en la arena la fecha de mañana
y que el mar se la lleve con el nombre de ayer.

Se deja de querer, y es como el libro
que, aún abierto hoja a hoja, quedó a medio leer;
y es como la sortija que se quitó del dedo,
y sólo así supimos que se marcó en la piel


Se deja de querer y no se sabe
por qué se deja de querer...


José Ángel Buesa.




lunes, 21 de julio de 2014

DIARIO ÍNTIMO (Enrique Federico Amiel)





A  30 de Septiembre de 1850.- Las relaciones del pensamiento con la acción, me han preocupado mucho al despertar hoy, y esta fórmula extraña y seminocturna  me hace sonreír. La acción es sólo el pensamiento condensado, concreto ya, oscuro, inconsciente. Me parece que nuestros menores actos, como dormir, andar, comer, etc., son la condensación de una multitud de verdades y de pensamientos, y que la riqueza de ideas que se escapan está en razón directa de la vulgaridad del acto (como el sueño, que es más activo mientras  más profundamente dormimos). El misterio nos asedia, y justamente lo que vemos y hacemos todos los días es lo que oculta la mayor suma de misterios. Por medio de la espontaneidad, reproducimos analógicamente la obra de la creación; si lo hacemos inconscientemente, es un acto simple; si de un modo consciente, es el acto inteligente y moral. En el fondo, esto es la sentencia de Hegel; pero jamás me había parecido más evidente y más palpable. Todo lo que hacemos es pensamiento, pero no pensamiento consciente e individual. La inteligencia humana es la conciencia del ser. Es lo que yo formulé hace tiempo de este modo: "Todo es símbolo de símbolo. ¿Y símbolo de qué? Del espíritu.(...)

-"Diario Íntimo"- Enrique Amiel - Pág.9.







DIARIO ÍNTIMO (Enrique Federico Amiel)







A 27 de Mayo de 1849.- Ser desconocido hasta para los que amamos, he ahí la copa de amargura y la cruz de la vida. Esto es lo que pone en los labios de los hombres superiores una sonrisa dolorosa y triste, que nos admira. Esta prueba es lo más cruel que se reserva a los hombres abnegados; ella fue la que debió de martirizar más a menudo el corazón del Hijo del Hombre; y si Dios supiera sufrir, sería la más honda herida que día tras día recibiera de nosotros. Él también, Él, sobretodo, es el gran desconocido,el soberanamente incomprendido. ¡Ay! No cansarse, no enfriarse, ser paciente, simpático, benévolo, estar pendiente de la flor que nace y del corazón que se abre siempre esperando, como Dios, y siempre amando: he ahí lo que es el deber.


<<El deber tiene la virtud de hacernos sentir la realidad del mundo positivo, despegándonos al mismo tiempo de él.>>





domingo, 20 de julio de 2014

POEMA: ( Ernesto Ahumada)





VISIÓN


En la penumbra de la alcoba triste,
sin que nadie turbara nuestro ensueño,
la blanca rosa de tu amor me diste
como tributo a mi malsano empeño.

Poco después, cuando con triste llanto
reprochabas mis trágicos excesos,
volví a estrujar tu cuerpecito santo
y a ofender tus mejillas con mis besos.

Tu divina figura es la culpable
de la crueldad con la que yo te he tratado,
porque siendo tan bella, eres deseable,
y yo te amé con ansia, enamorado.

Por tu hermosura te besé en la boca
y por ella burlé tu real pureza;
la causa fue de que mi mente loca
olvidara un momento su nobleza.

Y ésa es la causa que perdón no imploro
a tu leal corazón, que es tan amante;
llora... no importa, pues tu justo lloro
más bella te hace ser, más incitante...


ERNESTO R. AHUMADA