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jueves, 24 de julio de 2014

YA VENDIERON EL PIANO (POLDY BIRD)





YA VENDIERON EL PIANO

(...) Llegamos a casa a la hora de la cena; la mesa estaba puesta y enseguida de lavarnos las manos nos sentamos a comer.
Mamá se echó sobre el sillón de la salita, diciendo que le dolían los riñones y le pidió a Tina, la mucha
cha, que le llevara la comida allí. Margarita ocupó la silla de mamá y entonces noté que el lugar del abuelo estaba vacío.

_¿Y el abuelo?_ pregunté con sorpresa. Los grandes se miraron entre sí y luego, lentamente y dando muchos rodeos, papá me comunicó que el abuelo se había ido de viaje, un largo viaje con destino al cielo o algo así.
Un largo viaje, abuelo. Y así supe que te habías muerto. Y de pronto me di cuenta de que todos estaban tristes y yo también.
_¿La muerte es para siempre?_
No me contestaron y no repetí la pregunta. Nadie comió esa noche.
Margarita se quedó en casa hasta que nació la nena. Roja y arrugada. La llamaron Mariana y me prohibieron levantarla de la cuna. Con el tiempo se volvió blanca y gorda y aprendió a decir algunas palabras, entre las que se encontraba mi nombre.
Fue entonces cuando pusieron una sillita alta en tu lugar, y desde allí mariana metía las manos en el puré, mientras mamá le daba de comer por cucarachas.
Ellos dejaron de nombrarte, abuelo. Pero yo me acordaba de vos. De tu cabeza canosa, de tu voz fuerte, del bonito reloj de bolsillo que se llevó tío Antonio, de tus cuentos de cacería con el imponente rifle que se llevó tío Juan. Papá hizo un atado con tu ropa y la mandó al Ejército de Salvación.
Un día al volver de la escuela, entré en tu cuarto, y en lugar de tu cama de bronce me encontré con la cuna de Mariana y unas cortinas nuevas en la ventana. Unas cortinas con escarabajos verdes y flores anaranjadas..
Me daba rabia ver cómo te iban sacando de la casa que era tuya, que vos mismo mandaste construir; que se llenaba con tus rezongos cuando ponían alto el televisor y cuando te negabas a tomar los remedios que te recetó el médico, y cuando peleabas con mamá porque a ella le daba náuseas el olor del tabaco de tu pipa.
(Ella la tiró a la basura, pero yo la recogí y la tengo guardada en la caja de los soldados de plástico)
La casa también se llenaba con tu música cuando tocabas el piano. Papá te decía que por qué no cambiabas el repertorio, pero a mí me gustaban esas cosas "antiguas" que tocabas; especialmente la marcha esa de los aliados en la primera guerra.
Yo la tarareo cuando juego a los soldados y los indios y me imagino que me acompañas con el piano.
Te extraño, abuelo. Aunque me tirabas del pelo cuando hacía ruido para tomar la sopa y te quedabas dormido mientras jugábamos a las cartas.
Tengo ganas de verte, pero no sé dónde. Aquí en casa no, abuelo. Mejor no porque si vinieras sería un verdadero problema, no sabrían dónde meterte. No hay lugar para vos en casa. Se armaría un lío.
Además, ya vendieron el piano.

POLDY  BIRD.

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