Caigo ya en la vida objetiva del pensamiento; ¿me liberta ella, si cabe decir así? No; lo que hace es privarme de la vida íntima del sentimiento; la reflexión deshace el ensueño y quema sus alas delicadas. He ahí por qué la ciencia no hace hombres, sino entidades y abstracciones. ¡Ah! ¡Sintamos, vivamos, y no analicemos de continuo! Seamos ingenuos, antes de ser reflexivos. Probemos antes de estudiar. Dejémonos ir hacia la vida... ¿No tendré yo nunca un corazón de mujer para apoyarme en él? ¿Un hijo en quien revivir, un pequeño mundo en el que él? ¿un hijo en quien revivir, un pequeño mundo en el que pueda yo dejar florecer todo lo que oculto en mi? Retrocedo y dudo, temeroso de hacer pedazos mi ensueño; tanto he puesto en esa carta, que no me atrevo a jugarla. ¡Soñemos aún!...
No te violentes, y respeta en ti las oscilaciones del sentimiento: son tu vida y tu naturaleza; ; y alguien más sabio que tú las hizo. No te abandones por entero al instinto ni a la voluntad; el instinto es una sirena, y la voluntad un déspota. No seas esclavo de tus impulsos y de rus sensaciones del momento, ni el de un plan abstracto y general. Ábrete a lo que te traiga la vida, en lo interior y en lo exterior, y acoge lo imprevisto; pero da a tu vida la unidad, y coloca lo imprevisto dentro de las líneas de tu plan. Que en ti la naturaleza se eleve hasta el espíritu, y que el espíritu llegue a ser naturaleza. Sólo así será armonioso tu desarrollo, y la paz del cielo, podrá iluminar tu frente. Eso será siempre a condición de que tu paz sea un hecho y de que tú hayas subido al calvario
SB.
ENRIQUE FEDERICO AMIEL.
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