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sábado, 4 de octubre de 2014

POEMAS (JORGE LUIS BORGES, ARGENTINA)




A  UN  GATO 

No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente;
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la amorosa 
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.- 


Jorge Luis Borges (Argentino)

S.B.











A UN POETA MENOR DE LA ANTOLOGÍA


¿Dónde  está la memoria de los días
que fueron tuyos en la tierra, y tejieron
dicha y dolor y fueron para ti el universo?
El río numerable de los años
los ha perdido; eres una palabra en un índice.

Dieron a otros gloria interminable los dioses,
incripciones y exergos y monumentos
y puntuales historiadores;
de ti sólo sabemos, oscuro amigo,
que oíste al ruiseñor, una tarde.

Entre los asfodelos de la sombra, tu vana sombra
pensará que los dioses han sido avaros.

Pero los días son una red de triviales miserias
¿habrá suerte mejor que ser ceniza,
de que está hecho el olvido?

Sobre otros arrojaron los dioses
la inexorable luz de la gloria,
que mira las entrañas y enumera las grietas.
de la gloria, que acaba por ajar la rosa que venera;
contigo fueron más piadosos, hermano.

En el éxtasis de un atardecer que no será una noche,
oyes la voz del ruiseñor de Teócrito.-


Jorge Luis Borges (Argentino)

S.B.




A UN POETA SAJÓN.

Tú, cuya carne, hoy dispersión y polvo,
pero como la nuestra sobre la tierra,
tú, cuyos ojos vieron el sol, esa famosa estrella,
tú que viniste no en el rígido ayer
sino en el incesante presente,
en el último punto y ápice vertiginoso del tiempo.
tú que en el monasterio fuiste llamado
por la antigua voz de la épica,
tú, que tejiste las palabras,
tú que cantaste la victoria de Brunanbush
y no la atribuiste al Señor.
sino a la espada de tu rey,
tú que con júbilo feroz contestaste,
la humillación del vikingo,
el festín del cuervo y el águila,
tú que en la oda militar congregaste
los rituales metáforas de la estirpe,
tú que en un tiempo sin  historia
viste en el ahora el ayer,
y en el sudor y sangre de Brunanbush
un cristal de antiguas auroras
tú que tanto querías a tu Inglaterra
y no la nombraste,
hoy no eres otra cosa que unas palabras
que los germanistas anotan.
Hoy no eres otra cosa que mi voz
cuando reviva tus palabras de hierro.

Pido a mis dioses o a la suma del tiempo
que mis días merezcan el olvido,
que mi nombre sea Nadie como el de Ulises,
pero que, algún verso perdure
en la noche propicia a la memoria
o en la mañana de las horas. 


Jorge Luis Borges (Escritor Argentino)


S.B.











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