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martes, 9 de septiembre de 2014

POEMA (ANÓNIMO)



PLEGARIA DE UN SOLDADO

En la campaña del África, diciembre a febrero de 1943, durante un intenso bombardeo, el viento llevó este poema hasta una agrietada trinchera de El- Aghelia.

Asísteme Señor. Tiniebla y frío
la noche esparce. Lumbre macilenta,
se muere mi valor. La noche es lenta.
Fortaléceme, asísteme, Dios mío.

Amo el goce, la lucha enardecida;
odio la sombra; amo la primavera,
al hijo y a la buena compañera;
y no soy un cobarde; amo la vida.

La amo con su niebla y su ventura.
Es preciso vivir. No tengo miedo.
De mí lo mío separar no puedo.
Señor, mi corazón busca tu altura.

Tú nos diste en Dunkerke mar en calma.
para salvarnos. Tu poder divino
nos iba abriendo el hórrido camino.
Tus obras son milagro, Dios del alma.

Solos, mientras huía la esperanza,
la Patria amamos, y la misma muerte;
sin oprobio cayéramos, y fuerte
el ánimo cruzó por la matanza.

Ruta de pesadilla. Mar de espanto.
Llegamos... Renacíamos... Después,
tras un velo de sangre hasta los pies,
el alma -alondra- levantó su canto.

Supe así que la muerte es un escape,
y el porqué de estos pávidos siniestros:
porque otra vez el mundo de los nuestros,
por tu bondad, de libertad se empaque.

Sólo soy un nacido de mujer:
pero siendo no más que tu criatura,
Dios de la Fortaleza y la Dulzura,
no permitas que menos pueda ser.

Sosténme, ¡oh, Dios!, cuando la faz horrenda
de ojos vacíos y de yerta boca
me haga su mueca... Y si caer me toca,
¡a Tí mi alma el polvo ascienda!

ANÓNIMO.


(De la Antología "Poems From the Desert", fruto de un concurso en el 8vo. Ejército, en Africa, cuando Montgomery salió a perseguir a Rommel.)


S.B.


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