HORAS DE AMOR
¿Te acuerdas? Quise con impulso leve,
sobre tu pecho colocar mi oído
y escuchar el dulcísimo latido
con que tu blando corazón se mueve.
Prendí en mis brazos tu cintura breve
y hundí mi rostro en el caliente nido
de tu seno, que es mármol encendido,
carne de flores y abrasada nieve.
¡Con qué prisa y qué fuerza palpitaba
tu enamorado corazón! Pugnaba
tu talle en tanto; mas con ansia loca,
bajo la nieve el corazón latía,
y en su gallarda rebelión quería
saltar del pecho por besar mi boca.
ANÓNIMO.
S.B.
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