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domingo, 5 de marzo de 2017

POEMA : Tomás Eloy Blanco..



COLOQUIO BAJO EL OLIVO.


Por mí la flor en las bardas
y la rosa de Martí,
por mí el combate en la altura
y en la palabra civil;
para mí no hay negro esclavo,
para mí no hay indio vil,
por mí no hay perro judío
ni hay español gachupín.


 El bravo ataca el sistema
 y respeta al paladín,
el Cid abre herida nueva,
no pega en la cicatriz
y es pura la niña mora
como las hijas del Cid.

Por mí, ni un odio, hijo mío,
ni un solo rencor por mí,
no derramar ni la sangre
que cabe en un colibrí,
ni andar cobrándole al hijo
la cuenta del padre ruin
y no olvidar que las hijas
del que me hiciera sufrir
para ti han de ser sagradas
como las hijas del Cid.- 

S.B.

Andre Eloy Blanco. (Venezuela)





POEMA: Tomás Eloy Blanco.



EL DULCE MAL.

 Vuelvo los ojos a mi propia historia,
Sueños, más sueños y más sueños...; gloria,
más gloria...; odio...; un ruiseñor huyendo...,
y asómbrame no ver en toda ella
ni un rasgo, ni un esbozo, ni una huella
del dulce mal con que me estoy muriendo.

Torno a mirar hacia el camino andado...
mi marcha fue una marcha  de soldado,
con paso vencedor, a todo estruendo;
mi alegría, una bárbara alegría...,
y en nada está la sombra todavía
del dulce mal con que me estoy muriendo.

Surgió una cumbre frente a mí; quisieron
otros mil coronarla y no pudieron
sólo yo quedé arriba, sonriendo,
y allí, suelta la voz, tendido el brazo,
nunca sentí ni el leve picotazo
del dulce mal con que me estoy muriendo.

Volví la frente hacia el más bello ocaso...
Mil bravos se rindieron al fracaso,
Más yo fui vencedor del mal tremendo;
fui gloria empurpurada y vespertina,
sin presentir la marcha clandestina
del  dulce mal con que me estoy muriendo.

Fuerzas y potestades me sitiaron,
y prueba sobre prueba acorralaron
mi fe, que ni la cambio ni la vendo,
y yo les vi marchar con su despecho
feliz, presentir nada en mi pecho
del dulce mal con que me estoy muriendo.

Mujeres... por mi gloria y por mis luchas,
en muchas parte se me dieron muchas,
y en todas partes me dormí queriendo,
y en la mañana hacia otro amor seguía;
Pero en ninguno, el dardo presentía
del dulce mal con que me estoy muriendo.

Y un día fue la torpe circunstancia
de quedarnos a solas en la estancia,
leyendo juntos, sin estar leyendo;
mirarnos en los ojos sin malicia,
y quedarnos después con la delicia
del dulce mal con que me estoy muriendo.- 

S.B.

Andrés Eloy Blanco. (Venezuela)