V I D A
Sí; nacer cada día. Deslumbrado
aire nos colme todas las vertientes.
Los ojos y los pies nuevos, recientes,
para pedir de asombro mi cercado.
Asombro, de prodigio, de inaudita
palpitación ayer insospechada.
Flor inminente, luz enamorada
del milagro de amor que la limita.
Nazcan a las o ramas, poco importa;
para volar hay un impulso ciego
que no sabe si el agua es agua o fuego
y para el cual la eternidad es corta.
Así; cada mañana un incipiente
camino. Un despertar. Todo sin nombre.
Para cada camino un hombre. Un hombre
como la luz, nacido de repente.
Nacido de repente, pero herido,
ya herido por un rayo inacabable;
;
manando sin cesar, inagotable
surco, para el amor, recién nacido.
Cada día el prodigio. Cada día
el latido inicial, casi indeciso,
de la tierra dulcísima que piso,
más codiciada mientras es más mía.
Buscando vida; y el dolor a cuestas.
Con sangre y con dolor mi gozo escribo.
Cada día nacer. ¡Oh gozo vivo!
¡Oh interminable vida que me cuestas!
Y a la vida buscando siempre puerto,
pues de tanto morir se descamina.
Y la muerte, oh dolor, en cada esquina.
Mas vivo, amor, mientras estoy más muerto.
José Albi (España)
S.B.
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