HOMBRE
Yo, sin tí, no soy nada.
Tú, sin mí, no eres nadie.
¿Cómo enraizará el árbol
sin el regazo de la tierra madre?
¿Adónde iría el agua
si no existiera el cauce?
Toda tu vida gira
en torno de mis ejes de diamante.
En tu horizonte azul, mis ojos marcan
la plenitud del alba y de la tarde,
y en el círculo eterno de mis brazos
zumba el rojo torrente de tu sangre.
Duerme en ti la simiente que mañana
será fruto en mi carne;
yo la abrigo y la nutro
con mis jugos vitales,
dándote así el poder casi divino
de duplicar tu imagen.
¡Hombre mío!... ¡Hombre mío!
¡No hay palabra más grande!
Tú eres el Dios de mi liturgia humana;
yo, el altar de tus íntimos rituales;
entre los dos podemos
engendrar universos inmortales....
Místico sensualismo
que desentraña misteriosas claves:
juntos, somos el todo;
solos, no somos nadie:
¡triste puñado de ceniza y polvo!,
paja en las eras que la avienta el aire.
¡Una mujer y un hombre, todo un mundo
y todo un más allá de eternidades!
¡Tuya, como el aliento de tu vida!
¡Mío, como mis huesos y mi sangre!
A veces soy la esposa,
a veces soy la madre,
mas siempre la mujer: el cuenco vivo
donde tu boca amante
bebe el placer, que ahonda en la materia,
bebe el dolor, que exalta a lo inefable.
Nelly Fonseca Recavarren (Perú)
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