El mismo día. La maravilla divina por excelencia consiste en la apoteosis del dolor y en la transfiguración del mal por el bien. Rescatar por el amor la criatura libre para Dios y el mundo perverso para el bien; eso es la consumación de la obra creadora y es la voluntad eterna de la misericordia infinita. Cada alma convertida en el símbolo de la historia del mundo. Ser feliz, poseer la vida eterna, estar con Dios y ser salvado, todo esto es idéntico: es la solución del problema, el fin de la existencia. Y la felicidad es creciente como la miseria puede serlo. La dicha consiste en el eterno crecimiento de la paz inmutable; en el ahondamiento, cada vez más profundo, y en la posesión, cada vez más intensa y más espiritual, de la alegría celeste. La dicha no tiene límites, porque Dios no tiene fondo ni riberas, y la dicha es la conquista de Dios por el amor.(...)
El pensamiento, el sentimiento, el deseo y la conciencia de la vida , todavía no son la vida. Ahora bien sólo en la vida, y en la vida eterna, podremos encontrar paz y reposo. Y la vida eterna es la divina, y ésta es Dios. Ser divino es el fin de la vida: sólo desde ese momento ya no podremos perder la verdad, porque ya no está fuera de nosotros ni aun en nosotros, sino que nosotros somos ella, y ella es nosotros, y entonces somos una verdad, una voluntad y una obra de Dios.(...)
Nuestros corazones carnales pueden llamar a esto misticismo, pero es el misticismo de Jesús:<<Yo soy uno con mi Padre, vosotros seréis uno conmigo, y nosotros seremos uno con vosotros>>.
Enrique Federico Amiel