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miércoles, 30 de agosto de 2017

POEMA: S y J Alvarez Quintero (Españoles)



LA ROSA DEL JARDINERO

Era un jardín sonriente;
era una tranquila fuente
      de cristal;
era a su borde asomada
una rosa inmaculada de un rosal.
Era un viejo jardinero
que cuidaba con esmero
     del vergel,
y era la rosa un tesoro
de más quilates que el oro
      para él.
A la orilla de la fuente
un caballero pasó,
y la rosa dulcemente
de su tallo separó.
Y al notar el jardinero
que faltaba en el rosal
cantaba así, plañidero,
receloso de su mal: 
- Rosa la más delicada
que por mi amor cultivada 
         nunca fue;
rosa la más encendida,
la más fragante y pulida
        que cuidé,
blanca estrella que del cielo
curiosa de ver el suelo
          resbaló;
a la que una mariposa
de mancharla temerosa
         no llegó.
¿Quién te quiere? ¿Quien te llama
 por tu bien o por tu mal?
¿Quién te llevó de la rama
que no estás en tu rosal?
¿Tú no sabes que es grosero
el mundo?¿Que es traicionero
          el amor?
¿Que no se aprecia en la vida
la pura miel escondida
         en la flor?
¿Bajo qué cielo caíste?
¿A quién tu tesoro diste
          virginal?
¿En qué manos te deshojas?
¿Qué aliento quema tus hojas
           infernal?
¿Quién te cuida con esmero,
como el viejo jardinero
          te cuidó?
¿Quién por ti solo suspira?
¿Quién te quiere? ¿Quién te mira
           como yo?
¿Quién te miente que te ama
con fe y con ternura igual?
¿Quién te llevó de la rama
que no estás en tu rosal?
¿Por qué te fuiste tan pura
de otra vida  a la ventura
            o al dolor?
¿Qué faltaba a tu recreo?
¿Qué a tu inocente deseo
            soñador?
En la fuente limpia y clara
¿espejo que te copiara
            no te dí?
¿los pájaros escondidos
no cantaban en sus nidos
           para tí?
Cuando el aire de fuego,
¿no refresqué con mi riego
           tu calor?
¿No te dio mi trato amigo
en las heladas abrigo
          protector?
Quien para sí te reclama,
¿te hará bien o te hará mal?
¿Quién te llevó de la rama
que no estás en tu rosal?

Así un día y otro día,
entre espinas y entre flores,
el jardinero plañía
imaginando dolores,
desde aquel en que a la fuente
un caballero llegó,
y la rosa dulcemente
de su tallo separó.

S.B.

S y J Alvarez Quintero (España )

martes, 15 de agosto de 2017

Poema: "Heli Colombani"



SUBLIME CONFESIÓN


¡No! Yo no vengo a invocar a Jesucristo
ni a levantar al cielo mis plegarias.
Sólo a intentar hablar conmigo mismo
y a pronunciar tan sólo mis palabras.

Y en vez de arrodillarme, a paso firme,
con la frente arrogante me levanto,
porque esta confesión solemne y triste
lleva marcados ya todos los pasos.

Lejos, muy lejos de mi patria, pienso,
y al pensar me parece redimirme,
y al redimir mis sueños es que espero
con mis locas palabras escribirte.

Lejos muy lejos de mi pais, entiendo
que parecen mentiras las palabras.
(Son tan pequeñas algunas...) Y comprendo
que en pocas letras se resume un alma.

Porque al pensar en Dios sólo te miro,
y al invocar tu nombre me parece
que todo el cielo con su azul divino
bordó tu noble corazón por siempre.

¡Qué poco dicen , madre, las palabras!
Y qué mentiras forman cuando, juntas
en la frase textual, parecen que hablan
cuando son en verdad tristes y mudas.

Hasta entonces creía que era cierto
que los hombres no lloran. Y esta tarde,
al declinar la luz, sentí en mi pecho
la terrible verdad de no escucharte.

Y al mirar hacia un lado, al campanario
de la cercana iglesia lugareña,
escuché en los tañidos que tus labios
no me besaban ya como tú besas.

Y sentí la campana tan adentro
desgarrando la entraña de mi vida,
que en cada golpe de los seis tormentos
sentí correr el llanto en mis mejillas,

A mi lado, un amigo emocionado
alabó la hermosura de la tarde,
mientras iba mi pecho desgarrado
buscándole el adiós a cada frase.

Una frase. Una letra. Una palabra.
¡Qué poco saben los que no han llorado!
No han sabido mirarse en tu mirada
ni sentir la dulzura de tus labios. 

S.B.

Heli Colombani(Venezuela)

Poema: Heli Colombani



RECODO DE DESPEDIDA

Con el dolor del viajero
que deja la casa sola
quisiera escribir mis versos
esta noche, a esta hora.

Yo te quise. ¡Cómo duele
decir tan solo: "¡Te quise!"
Parece como si llueve
y escampan palabras tristes.

Cómo quisiera mis versos
estar de llama en tus brazos
para decirte:"¡Te quiero!"
sin el amor escampado.

Como esperarán mis rezos
la oración de tu pecado,
para buscar en tus besos
la redención de mis labios.

Pero es tarde. Ya la noche
-que es el puerto del poeta-
me trae de llanto el reproche
con mis palabras viajeras.

No tiene puerta el dolor
de mi querer lloviznando.
Fui cáliz para el amor,
para tu amor soy gitano.

Tuve la trunca alegría
de ser camino a tu paso.
Te di la esperanza mía
sin los tranqueros del llano.

Si hubiera querido más,
no sé qué hubiera dado,
porque no sé si es amar
darte mi vida a pedazos.

Si quieres más, ya lo tienes,
¡Toma la prueba en tus manos!
¡Toma el dolor y  la suerte
de haberte querido tanto.!

Mi vida está en las palabras,
y mis palabras son tuyas.
Dame una de ellas, prestada,
para firmar mi renuncia.

ya yo estoy dispuesto a irme
solitario con mi suerte.
No sé si el amor permite
el dolor de no quererte.

y esta noche estoy muy triste,
con tristeza de viajero,
porque digo que te quise,
por no decir que te quiero. 

S.B.

Heli Colombani (Venezuela)

miércoles, 2 de agosto de 2017

Poema: Emilio Carrere.





LA HORA FLORIDA.


En la hora de encanto de los jardines
que rima  dulces cuitas tempranas
con el blanco de luna de los jazmines
y el madrigal sonoro de las fontanas
Hora de las primeras líricas citas,
mientras los niños tejen coplas galanas
y hay en el huerto virgen de sus almitas
un florecer de ingenuas rosas mundanas.
Papeles son papeles,
cartas son cartas;
palabras de los hombres
siempre son falsas.
¡Dolor de los gusanos entre las rosas.
voz que dice en la vieja trova florida
cómo algunas palabras son venenosas
y que hay besos que duelen toda la vida!
Y ¡oh dulce amor que al alma pone una venda!
Gerineldo aparece por la avenida
entre el oro galante de la leyenda,
toda ensueños, la noble frente pulida,
Y su voz tiene un hondo
perfume de alma:
¡Dónde irás amor mío,
que yo no vaya!
¡Oh noches que han dejado fragantes rastros,
en que vimos , el alma toda arrobada,
como en lagos de ensueño, temblar los astros
en los ojos azules de nuestra amada!
Juramentos que pronto llevó la brisa.
"Te querré siempre!" ¡Siempre! Voz encantada
del instante florido, que se hizo risa
al volver al encaje de la enramada.
Papeles son papeles,
cartas son cartas;
palabras de los hombres 
todas son falsas.
¡Oh, la carta primera! Casta paloma,
que tienes en los recuerdos un santuario,
y que hallamos un día, con un aroma
antiguo, en el misterio de un relicario.
¡Juventud, primavera! Visión florida,
que encanta nuestras horas de soledad.
por qué las cosas bellas que hay en la vida
no tienen una gracia de eternidad?
La copla lleva un tierno
jirón del alma:¡Dónde irás tú, bien mío,
que yo no vaya!
Se ha esfumado el romance, y el aire en calma
se embriaga de azahares y de jazmines;
¡con qué dulce cadencia se abate el alma
florida y añorante de los jardines!
Gerineldo se pierde por los senderos
soñando... El cielo es una tersa laguna,
y entre la flora de oro de los luceros
en su góndola blanca pasa la luna.

SB.

EMILIO CARRERE (Español)

Poema: Emilio Carrere






LA MUSA DEL ARROYO

I

Cruzábamos tristemente
las calles llenas de luna,
y el hambre bailaba una
zarabanda en nuestra mente.
Al verla triste y dolida
yo la besaba en la boca.
- ¿Por qué aborreces la vida,
risa loca?
No llores, rosa carnal,
que yo robaré el tesoro
de la tiara papal
para tus cabellos de oro.
Y un espíritu burlón
que entre las sombras había,
al escuchar mi canción, se reía, se reía...

II

De la vieja fuente grata
 en el sonoro cristal,
la luna brillaba igual
que una moneda de plata.
Temblaba su mano breve,
de blanca y sedeña piel.
- ¡Qué bonita cae la nieve
y qué cruel!
- No tiembles, yo haré un corpiño
para tus senos triunfales
con la pompa del armiño
de los mantos imperiales.
Y un espíritu burlón
que entre las frondas había
al escuchar mi canción,
se reía, se reía...

III

Noche de desolaciones
eterna, que llamé en vano
con la temblorosa mano
en los cerrados mesones.
Lloraba un violín distante
con tanta melancolía
como nuestra vida errante.
- Reina mía,
da tu dolor al olvido;
yo te contaré la historia
de una princesa ilusoria
de un reino que no ha existido.
Y un espíritu burlón
y cruel que en la calle había, al escuchar mi canción,
se reía, se reía...

IV

¡Triste voluntad rendida
al dolor de la pobreza!
¡Oh la infinita tristeza
de la amada mal vestida!
Palabra de amor que esconde
la llaga que va sangrando,
y andar, siempre andar. ¿Adonde?
¿Y hasta cuando?
- Ya apunta la claridad...
Ya verás cómo se muestra
propicia y mágica nuestra
madre de la Casualidad.
Y en la encrucijada umbría
de la suerte impenetrable,
la Miseria, la implacable,
se reía, se reía...

S.B.

Emilio Carrere (España)