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martes, 30 de diciembre de 2014

DIARIO ÍNTIMO ( Amiel)





A 6 de abril de 1866.-  La novela de miss Mulock, John Halifax, gentleman, es un libro más atrevido de lo que parece, porque plantea de nuevo a la manera inglesa el problema social de la igualdad. Y su conclusión es que todos podemos llegar a ser gentlemen aun cuando hayamos nacido en el arroyo. En cierto modo este relato protesta contra las superioridades convencionales y demuestra que la verdadera nobleza está en el carácter, en el mérito personal, en la distinción moral, en la elevación de los sentimientos y del lenguaje y en la dignidad de la vida y en el respeto de sí mismo. Esto es preferible al jacobinismo y es la inversa del igualitarismo brutal. En vez de rebajar a todo el mundo, el autor proclama el derecho a subir. Se puede hacer rico y noble; pero no se nace gentleman. Esta palabra es el chiboleto de Inglaterra La divide en dos mitades, y a la sociedad civilizada en dos castas. En la mitad superior encontramos la cortesía, la igualdad y la conveniencia, abajo sólo se ve el desprecio, el desdén, la frialdad y la indiferencia. Es la antigua separación entre los ingenui
 y los demás, es la continuación feudal de la hidalguía y la plebe.(...)





ENRIQUE FEDERICO AMIEL



S.B.


lunes, 22 de diciembre de 2014

DIARIO ÍNTIMO (AMIEL)




A 11 de Abril de 1865.- Medí y me probé la manta gris perla con la que se quería reemplazar mi abrigo montañés. Este viejo servidor que me acompañaba desde hacía diez años en todas  mis excursiones y que evoca tantos recuerdos poéticos y encantados, me gusta más que su brillante sucesora, aun cuando ésta me sea ofrecida por una mano amiga. Pero. ¿hay algo que pueda sustituir el pasado? Y los testigos de nuestra vida, aunque inanimados, ¿no tienen un lenguaje para hablarnos? Glion, Villars, Albisbrunnen, el Righi, el Chamossaire y tantos otros lugares, han dejado algo de sí mismos en las mallas de este tejido que forma parte de mi biografía íntima.
La manta es por otra parte el único vestido caballeresco del viajero
actual, el único que puede prestar a las damas los servicios más variados. ¡Cuántas veces la mía les ha servido de cojín, de capa, de abrigo sobre el húmedo césped de la montaña, o sobre los asientos de roca dura, o contra lo fresco de la sombra de los pinos, ya en los altos, o en las marchas, durante las lecturas o conversaciones de la vida montañesa. ¡Cuántas amables sonrisas me ha proporcionado! Todo en él me es querido, hasta sus rasgones, porque sus heridas son anécdotas y sus cicatrices son galones.
Los autores de tan gloriosas cicatrices fueron : un avellano en Jaman, una correa en el Frohnalp y una zarza en Charnex; y en cada una de esas ocasiones hubo agujas de hada para reparar los desperfectos. 

  Mon vieux manteau, que je vous remercie, 
 Car c`est â vous que je dois ces plaisiers!




Enrique Amiel


S.B.


domingo, 21 de diciembre de 2014

RIMAS DE BÉCQUER



RIMA LX

Este armazón de huesos y pellejo,
De pasear una cabeza loca
Cansado se halla al fin y no lo extraño;
Pues, aunque es la verdad que no soy viejo.

De la parte de vida que me toca
En la vida del mundo, por mi daño
He hecho un uso tal, que juraría
Que he condenado un siglo en cada día.

Así, aunque ahora muriera,
No podría decir que no he vivido;...
Que el sayo, al parecer nuevo por fuera,
Conozco que por dentro ha envejecido.

Ha envejecido, sí, ¡pese a mi estrella!
Harto lo dice ya mi afán doliente;
Que hay dolor que, al pasar, su horrible huella
Graba en el corazón, si no en la frente.


GUSTAVO A. BÉCQUER.

S.B.


RIMAS DE BÉCQUER.



RIMA  LIX

Como se arranca el hierro de una herida
Su amor de las entrañas me arranqué,
Aunque sentí al hacerlo que la vida
Me arrancaba con él.

Del altar que le alcé en el alma mía
La voluntad su imagen arrojó,
Y la luz de la fe que en ella ardía
Ante el ara desierta se apagó.

Aun para combatir mi firme empeño
Viene a mi mente su visión tenaz...
¡Cuándo podré dormir con ese sueño
En que acaba el soñar!


GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER.

S.B.


RIMAS DE BÉCQUER




RIMA  LVIII


Me ha herido recatándose en las sombras,
Sellando con un beso su traición,
Los brazos me echó al cuello y por la espalda
Partióme a sangre fría el corazón.

Y ella prosigue alegre su camino,
Feliz, risueña, impávida; ¿por qué?
Porque no brota sangre de la herida...
¡Porque el muerto está en pie!


GUSTAVO A. BÉCQUER.



S.B.


RIMAS DE BÉCQUER



RIMA  LVII

Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la cerilla de mi lecho,
¿Quién se sentará?

Cuando la trémula mano
Tienda, próximo a expirar
Buscando una mano amiga,
¿Quién la estrechará?

Cuando la muerte vidrie
De mis ojos el cristal,
Mis párpados, aún abiertos,
¿Quién los cerrará?


Cuando la campana suene
(Si suena en mi funeral),
Una oración al oírla,
¿Quién murmurará?

Cuando mis pálidos restos
Oprima la tierra ya,
Sobre la olvidada fosa,
¿Quién vendrá a llorar?

Quien, en fin, al otro día,
Cuando el sol vuelva a brillar,
De que pasé por el mundo,
¿Quién se acordará?


Gustavo A. Bécquer.

S.B.



lunes, 8 de diciembre de 2014

RIMAS (GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER)




RIMA  L

Olas gigantes, que os rompéis bramando.
En las playas desiertas y remotas,
Envuelto entre las sábanas de espuma,
¡Llevadme con vosotras!


Ráfagas de huracán, que arrebatáis
Del alto bosque las marchitas hojas,
Arrastrado en el ciego torbellino.
¡Llevadme con vosotras!


Nubes de tempestad, que rompe el rayo
Y en fuego ornáis las desprendidas orlas,
Arrebatado entre la niebla oscura,
¡Llevadme con vosotras!


Llevadme, por piedad, adonde el vértigo
Con la razón me arranque la memoria...
¡Por piedad!... ¡Tengo miedo de quedarme
Con mi dolor a solas!


Gustavo Adolfo Bécquer.


S.B.