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domingo, 4 de agosto de 2019

EL CISNE. RUBÉN DARÍO.



 EL CISNE

Fue en una hora divina para el género humano,
El Cisne cantaba sólo para morir.
Cuando se oyó el acento del Cisne wagneriano
fue en medio de una aurora, fue para revivir

Sobre las tempestades del humano océano
se oye el canto del cisne; no se cesa de oír,
dominado el martillo del viejo Thor germano
o las trompas que cantan la espada de Argantir.

¡Oh cisne! ¡Oh sacro pájaro! Si antes la blanca Helena
del huevo azul de Leda  brotó de gracia llena,
siendo de la hermosura la princesa inmortal.

Bajo tus blancas alas la Nueva Poesía 
concibe en una gloria de luz y de armonía
la Helena eterna y pura que encarna el ideal.



SB

Rubén Darío  ( Nicaragua)





miércoles, 31 de julio de 2019

PALABRAS LIMINARES - RUBÉN DARÍO.-


PALABRAS LIMINARES

Después de Azul, después de Los Raros, voces insinuantes, buena y mala intención, entusiasmo sonoro y envidia subterránea --todo bella cosecha--, solicitaron lo que en conciencia, no he creído fructuoso ni oportuno: un manifiesto.
Ni fructuoso ni oportuno.
a) Por la absoluta falta de elevación mental de la mayoría pensante de nuestro continente, en la cual impera el universal personaje clasificado por Remy de Gourmont con el nombre de Celui-qui-ne -comprend-pas. Celuqui es entre nosotros, profesor académico correspondiente de la Real Academia Española, periodosta, abogado, poeta, rastaquouere.
b) Porque la obra colectiva de los nuevos de América es aún vana, estando muchos de los mejores talentos en el limbo de un completo desconocimiento del mismo Arte a que se consagran.
c)Porque proclamando, como proclamo, una estética acrática, la imposición de un modelo o de un código implicaría una contradicción.
Yo no tengo literatura mía -como la ha manifestado una magistral autoridad- para marcar el rumbo de los demas; mi literatura es mía en mí; quien siga servilmente mis huellas perderá su tesoro personal y, paje o esclavo, no podrá ocultar sello o librea. Wagner, a Augusta Holmes, su discípula, dijo un día: <<Lo primero, no imitar a nadie y sobre todo, a mí>> Gran decir,

Yo he dicho, en la misa rosa de mi juventud, mis antífonas, mis secuencias, mis profanas prosas.-- tiempo y menos fatiga de alma y corazón me han hecho falta para, como un buen monje artífice, hacer mis mayúsculas dignas de cada página del breviario. (A través de los fuegos divinos de las vidireras historiadas me río del viento que sopla afuera, del mal que pasa) Tocad campanas de oro, campanas de plata, tocad  todos los días llamándome a la fiesta en que brillan los ojos de fuego, y las rosas de las bocas sangran delicias únicas. Mi órgano es un viejo clavicordio pompadour, al son del cual danzaron sus gavotas, alegres abuelos; y  el perfume de tu pecho es mi perfume, eterno incensario de carne. Varona inmortal, flor de mi costilla.
Hombre soy,

¿Hay en mi sangre alguna gota de sangre de África o de indio chorotega o nagrandano? Pudiera ser, a despecho de mis manos de marqués; mas he aquí que veréis en mis versos princesas, reyes, cosas imperiales, visiiones de países lejanos o imposibles; ¡qué queréis!, yo detesto la vida y el tiempo en que me tocó nacer; y a un presidente de República no podré saludarle en el idioma en que te cantaría a tí, ¡oh Halagabal!, de cuya corte --oro, seda, mármol-- me acuerdo en sueños...
(Si hay poesía en nuestra América ella está en las cosas viejas: en Palenke y Utatlán, en el indio legendario y en el inca sensual y fino, y en el gran Moctezuma de la silla de oro. Lo demás es tuyo, demócrata Walt Whitman.)
Buenos Aires, Cosmópolis.
¡Y mañana!

El abuelo español de barba blanca me señala una serie de retratos ilustres: <<Este, me dice, es el gran don Miguel de cervantes Saavedra, genio y manco; éste es Lope de Vega: éste, Garcilaso; éste Quintana>> Yo le pregunto por el noble Gracián, por Teresa la Santa, Francisco de Quevedo y Villegas. Después exclamó: ¡Shakespeare! ¡Dante! ¡Hugo...!(Yen mi interior: ¡Verlaine...!

Luego al despedirme: <<Abuelo, preciso es decíroslo; mi esposa es de mi tierra; mi querida de París>>

¿Y la cuestión métrica? ¿Y el ritmo?
Como cada palabra tiene un alma, hay en cada verso, además de la armonía verbal, una melodía ideal. La música es sólo de la idea, muchas veces.

La gritería de trescientas ocas no te impedirá. Silvano, tocar tu encantadora flauta, con tal de que tu amigo el ruiseñor esté contento de tu melodía. Cuando él no esté para escucharte, cierra los ojos y toca para los habitantes de tu reino interior. ¡Oh pueblo de desnudas ninfas, de rosadas reinas, de amorosas diosas!
Cae a tus pies una rosa de , otra rosa, otra rosa. ¡Y besos!



Y la primera ley, creador; crear. Bufe el eunuco. Cuando una rosa musa te de un hijo, queden las otras ocho encinta.


SVB

                                                                              RUBÉN DARÍO.
         



miércoles, 24 de abril de 2019

POEMA - RUBÉN DARÍO.





DIVAGACIÓN

¿Vienes? Me llega aquí, pues que suspiras,
un soplo, de las mágicas fragancias
que hicieron los delirios de las liras
en las Grecias, las Romas y las Francias.

¡Suspira así! Revuelen las abejas,
al olor de la olímpica ambrosía,
en los perfumes que en el aire dejas;
y el dios de piedra se despierte y ría.

Y el dios de piedra se despierte y cante
la gloria de los tirsos florecientes
en el gesto ritual de la bacante
de rojos labios y nevados dientes;

en el gesto ritual que en las hermosas
Ninfalías guía a la divina hoguera,
hoguera que hace llamear las rosas
en las manchadas pieles de pantera.

Y pues amas reír, ríe, y la brisa
lleve el son de los líricos cristales
de tu reír, y haga temblar la risa
la barba de los Términos joviales.

Mira hacia el lado del boscaje, mira
blanquear el mundo de marfil de Diana,
y después de la Virgen, la Hetaira
diosa, blanca, rosa y rubia hermana.

Pasa en busca de Adonis; sus aromas
deleitan a las rosas y los nardos;
síguela una pareja de palomas
y hay tras ella una fuga de leopardos.


¿Te gusta amar en griego? Yo las fiestas
galantes busco, en donde se recuerde,
al suave son de rítmicas orquestas,
la tiera de la luz y el mirto verde.

(Los abates refieren aventuras
a las rubias marquesas. Soñolientos
filósofos defienden las ternuras
del amor, con sutiles argumentos.

Mientras que surge de la verde grama,
en la mano el acento de Corinto,
una ninfa a quien puso un epigrama
Beaumarchais, sobre el mármol de su plinto.

Amo más que la grecia de los griegos
la Grecis de la Francia, porque en Francia,
al eco de las risas y los juegos,
su más dulce licor Venus escancia.

Demuestran más encantos y perfidias,
coronadas de flores y desnudas,
las diosas de Clodión que las de Fidias;
unas cantan francés, otras son mudas.

Verlaine es más que Sócrates; y Arsenio
Houssaye, Pafos, Tempes y Amatuntes,
donde el amor de mi madrina, un hada,
tus frescos labios a los míos juntes),

Sones de bandolín. El rojo vino
 conduce un paje rojo. ¿Amas los sones
 del bandolín y un amor florentino?
Serás la reina de los decamerones.

(Un coro de poetas y pintores
cuenta historias picantes. Con maligna
sonrisa alegre aprueban los señores.
Clelia enrojece, una dueña se signa.)

¿O un amor alemán?-que no han sentido
jamás los alemanes-:la celeste
Gretchen; claro de luna; el aria; el nido
del ruiseñor; y en una roca agreste,

la luz de nieve que del cielo llega
y baña a una hermosura que suspira
la queja vaga que a la noche entrega
Loreley en la lengua de la lira.

Y sobre el agua azul el caballero
Lohengrin; y su cisne cual si fuese
un cincelado témpano viajero,
con su cuello marcado en forma de S.

Y del divino Enrique Heine un canto,
a la orilla del Rhin; y del divino
Wolfang la larga cabellera, el manto;
y de la uva teutona el blanco vino.

O amor lleno de sol, amor de España,
amor lleno de púrpuras y oros;
amor que da el clavel, la flor extraña
regada con la sangre de los foros;(continúa)







lunes, 22 de abril de 2019

POEMA - RUBÉN DARÍO..




BLASON


El olímpico cisne de nieve
con el ágata rosa del pico
lustra el ala eucarística y breve
que abre al sol como un casto abanico.

De la forma de un brazo de lira
y del asa de un ánfora griega
es su cándido cuello, que inspira
como proa ideal que navega.

Es el cisne, de estirpe sagrada,
cuyo beso, por campos de seda,
ascendió hasta la cima rosada
de las dulces colinas de Leda.
Vinci fue su varón en Italia;
Lohengrin en su príncipe rubio.

Su blancura es hermana del lino,
del botón de los blancos rosales
y del albo toisón diamantino
de los tiernos corderos pascuales.

Rimador de ideal florilegio,
es de armiño su lírico manto,
y es el mágico pájaro regio
que al morir rima el alma en un canto.

El alado aristócrata muestra
lises albos en campo de azur,
y ha sentido en sus plumas la diestra
de la amable y gentil Pompadour.

Dad, condesa, a los cisnes cariño;
dioses son de un país halagûeño,
y hechos son de perfume, de armiño 
de luz alba, de seda y de sueño.


s.b.

RUBÉN DARÍO (Nicaragua)



domingo, 14 de abril de 2019

POEMA- Rubén Darío



SONATINA


La princesa está triste..., ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina la dueña dice cosas banales, y vestido de rojo piruetea el bufón. La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz,
o en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay! la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(la princesa está pálida, la princesa está triste),
más brillante que el alba, más hermosa que abril!

-Calla, calla, princesa- dice el hada madrina-;
en caballo con alas acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor.


S.B.

Rubén Darío  (Nicaragua)